Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

martes, 25 de octubre de 2011

Se traspasa (un poco)

Temporalmente la actividad bloguera va a ir dirigida al blog que he creado para la asignatura "proyecto integrado".

Aquí podéis ver tanto el blog de la asignatura como el que están creando los alumnos (de segundo de bachillerato). Os podéis reír un rato:

proyectogh1.blogspot.com

sábado, 8 de octubre de 2011

Otro prejuicio

He leído algunos libros que tratan sobre la formación de prejuicios y estereotipos. El último, sin ir más lejos, el de José Antonio Marina que comenté aquí hace poco. Es un tema que me interesa como herramienta para intentar comprender mejor a los demás y a mí mismo. Procuro estar alerta ante mis propios prejuicios, identificarlos, razonarlos y neutralizarlos.

Esta tarea me resulta relativamente fácil con los prejucios sociales que he podido asimilar con los años. Cuando el prejucio o el estereotipo lo he adquirido por influencia de mi entorno no me cuesta trabajo desprenderme de él.

Lo difícil es desprenderse de un prejuicio personal que uno ha ido desarrollando a saber por qué causas. Un ejemplo, ¿por qué me cae tan mal Carlos Fuentes? Lo único que sé de él es que es un escritor mexicano al que se suele incluir en el llamado boom latinoamericano. No conozco su biografía, no conozco su obra, no recuerdo haber leído ni haberlo escuchado en ninguna entrevista, tampoco recuerdo ningún hecho que justifique ni siquiera remotamente mi disposición de ánimo hacia su persona.

Hace trece años, cuando vivía en Barcelona y todavía no había desarrollado este prejuicio, empecé a leer "gringo viejo", una de sus novelas más famosas, aunque solo sea porque tuvo una adaptación cinematográfica en la que Gregory Peck interpretaba el personaje basado en Ambrose Bierce, periodista y escritor norteamericano que había descubierto hacía poco tiempo y que me parecía fascinante.


En 1913, con 71 años cumplidos, Bierce cruzó la frontera mexicana para unirse al ejército de Pancho Villa (se supone que como observador, a su edad no estaba para combatir). Poco antes dejó escrito a un familiar: Adiós. Si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mexicano y me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la ancianidad, a la enfermedad, o a la caída por las escaleras de la bodega. Ser un gringo en México. ¡Ah, eso sí es eutanasia! Al poco se le perdió la pista y ya no se supo nada de él. Ese final desconocido es el que novela Carlos Fuentes en "gringo viejo".

El libro no me gustó y lo dejé en los primeros capítulos. Pero eso no es motivo para que me desagrade Carlos Fuentes. Lo peor es que por mucho que lo identifique y lo razone el prejuicio sigue ahí, no consigo neutralizarlo. Es más, me reafirmo muy gustosamente en él. Esta tarde enciendo la televisión y en la 2 hay una especie de miscelánea cultural, un programa titulado "Miradas 2". De repente aparece Carlos Fuentes y dice lo siguiente referido a su último libro: representa a todas las mujeres del pasado, a las que no conocí, y a todas las mujeres del futuro, a las que no voy a conocer. Claro, y yo me pregunto ¿qué pasa con las mujeres del presente? ¿las conoce a todas? Ay, qué mal me cae.

No sé, a lo mejor a vosotros no os da esa misma impresión. Podéis escucharlo en este vídeo, a partir de del minuto 10:30.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/miradas-2/miradas-2-08-10-11/1218553/

A pesar de todo no desisto en mi lucha contra el prejuicio. Me ha entrado curiosidad y voy a intentar de nuevo leer "gringo viejo". Veremos qué ocurre trece años después.




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jueves, 6 de octubre de 2011

Un clásico

Dicen que una de las razones para leer a los clásicos es que sus escritos mantienen la vigencia a pesar del tiempo transcurrido. Este artículo fue escrito por Antonio Muñoz Molina hace quince años. Parece que lo hubiera escrito ayer mismo:

Después de una década a las personas de izquierda nos está cambiando ahora el signo de la melancolía, que según dejó escrito Mariano José de Larra es el sentimiento más arraigado de los liberales españoles. Hasta hace nada, lo que nos ponía melancólicos a los de izquierdas eran las sinrazones que cometían los nuestros. Ahora parece que las cosas van volviendo a su cauce y que la fuente legítima de nuestra melancolía vuelve a ser las sinrazones de los otros, lo cual, en cierto modo, no deja de ser un alivio, e incluso le permite a uno la ilusión de averiguar alguna vez quiénes son exactamente los nuestros.

El gran Cyril Connollly se consideraba a sí mismo el único miembro de una minoría de uno solo. Todos estos años atrás muchos demócratas y liberales españoles -usando la palabra liberal en su sentido noble y antiguo, no como ese sinónimo de canibalismo económico en que se ha convertido últimamente-, nos hemos sentido solos, dispersos en minorías robinsonianas de misantropía o naufragio, y yo creo que sólo en los meses previos a las elecciones de marzo volvimos a tener una conciencia razonablemente nítida de dónde estábamos, aunque no de quién estaba con nosotros. Según arreciaba la ofensiva de los periódicos amarillos, de la izquierda chiíta y de la derecha histérica en vísperas de la campaña electoral, muchas personas que no profesaban la menor simpatía hacia el gobierno socialista empezaron a temer que los dinamiteros de eso que se llamaba tan abusivamente "el Régimen" no tendrían escrúpulo, si les venía bien, en llevarse por delante la estabilidad de las instituciones democráticas.
(...)


La recién nombrada ministra de Educación y Cultura, Esperanza Aguirre, a quien ya se le conocían sus méritos temibles como concejala en el ayuntamiento de Madrid, ha declarado con toda claridad, con perfecto impudor, que una de sus tareas inmediatas va a ser la de cerrar escuelas públicas "no rentables" (sic) e incrementar las subvenciones a las escuelas privadas más favorecidas por los padres. Hasta hace nada, de lo que se escandalizaba uno era de que con coartadas de izquierda se desguazase la instrucción pública: ahora la melancolía y hasta la combatividad vuelven a su sitio cuando la derecha, con lo que amenaza, es sencillamente con cerrar las escuelas.

Dice Kenneth Galbraith que lo que está ocurriendo estas últimas décadas en el mundo es una revolución de los ricos contra los pobres. A los pobres van a escatimarles ahora las escuelas públicas para que los ricos asistan con mayor comodidad y menos gasto a sus escuelas privadas, y a uno vuelve a subírsele la sangra jacobina y se le definen otra vez los puntos cardinales de su diatriba política. Según Sartre, cuando se abandona la izquierda se encuentra uno perdido en un túnel oscuro, ve una luz al fondo, sale a ella y se encuentra en la derecha. Aquí, después de tantos años de incredulidad y de melancolía hemos salido del túnel para encontrarnos exactamente donde estábamos. De nuevo hay que defender la escuela pública. De nuevo hay que cuidar con celo vigilante la libertad de expresión, porque a la derecha, en cuanto gana, le vuelve el viejo instinto de prohibir, así que ahora han prohibido en Valencia una exposición de fotografías porque aparecen en ella padres y madres e hijos desnudos [¿no ocurrió hace poco algo parecido en Extremadura?] (...).

Parece que algunos estén utilizando la excusa real de la crisis para aplicar al máximo sus ideales neoliberales. Y por ahora lo están consiguiendo. Lo peor de todo es que la mayoría de la sociedad asiste inpertérrita a los recortes sociales como si fueran simples conflictos laborales. No debería ser solo el personal sanitario de Cataluña el que proteste, deberían protestar todos los enfermos potenciales, es decir, TODA LA SOCIEDAD. Y lo mismo con la enseñanza en Madrid y Castilla La Mancha. No debería ser un pulso entre profesores y gobiernos autonómicos, debería ser un pulso entre toda la sociedad y esos mismos gobiernos. Entonces SEGURO que se podrían encontrar medidas alternativas para reducir el déficit. Nada más por hoy:




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domingo, 2 de octubre de 2011

El chiste

Hace un año por estas fechas mi padre me reenvió uno de esos email curiosos que a su vez le reenvían alguno de sus contactos. Se trataba de un chiste en el que se parodiaba la evolución de la enseñanza en España y más concretamente la evolución de la enseñanza matemática.

La verdad es que no me hizo demasiada gracia, me pareció que el chiste redundaba en uno de los muchos lugares comunes que pululan sobre la enseñanza y que impiden un análisis desprejuiciado de sus problemas reales. Reproduzco el mensaje de respuesta a mi padre en el que adjuntaba una copia de los exámenes de septiembre que acababa de poner unos días antes:

Sí que me parece exagerado.
Te mando los exámenes que he puesto en septiembre para que compruebes qué es lo mínimo que se exige para aprobar las matemáticas en 2º y 3º de la ESO (13 y  14 años respectivamente).
Recalco que los exámenes de septiembre son de contenidos mínimos. Las preguntas son más fáciles que en los exámenes ordinarios del curso. A cambio, para que un alumno apruebe debe tener bien TODOS los apartados. Y aquellos alumnos que superan la prueba, es decir, aquellos que tienen TODOS los apartados bien, aparecen en las actas de evaluación de septiembre con la calificación de 5 (suficiente).

Afortunadamente estamos todavía muy lejos del chiste.


Apenas tres meses después una de las comentaristas habituales transcribió el chiste en el blog de Muñoz Molina. Lo podéis leer aquí. La reacción que me produjo esta vez fue muy diferente a la primera. Seguía sin hacerme gracia pero ahora me incomodaba de una manera más insidiosa. Intentaré explicar por qué.

El curso pasado me dieron traslado a un instituto que hay muy cerca de mi casa. Se trata de un centro de Educación Compensatoria. Esto significa que una parte importante de los alumnos matriculados requieren de una atención especial por pertenecer a familias con riesgo de exclusión social. Por primera vez en mi vida tengo alumnos gitanos. Además hay inmigrantes, algunos de los cuales no dominan el español, y alumnos payos de familias desectructuradas o con graves problemas económicos. También hay muchos alumnos, sobre todo en el bachillerato pero también en la ESO, que pertenecen a familias integradas y que pretenden continuar sus estudios en un Grado Superior o en la Universidad.
Es un instituto diferente a cualquiera que hubiera conocido antes. Como es un Centro de Educación Compensatoria hay más recursos humanos de lo habitual para atender a los alumnos con más necesidades: clases de español para los inmigrantes que no lo dominan, grupos flexibles, desdobles, etc.

En la ESO, que es donde se concentra el grueso del alumnado con necesidades educativas especiales, la política del centro consiste en separar a los alumnos por necesidades e intereses. En el grupo A están los alumnos que quieren estudiar y no necesitan apoyo. En el grupo B están los alumnos que quieren estudiar y necesitan apoyo. En el grupo C están los alumnos que no quieren estudiar.
En el grupo A hay 25 alumnos, un profesor por asignatura y no tienen desdoble.
En el grupo B hay 20 alumnos, dos profesores por asignatura y existen desdobles.
En el grupo C hay 10 alumnos, dos profesores por asignatura y existen desdobles, talleres y aulas flexibles.

Otra de las medidas que adoptó el centro para favorecer el éxito escolar de los alumnos con problemas es que tengan el menor número de profesores posible, al menos en los dos primeros años de la ESO. La idea es que estos alumnos consiguen empatizar y respetar más al profesor si pasan muchas horas con él en el aula, como si fuera una prolongación del colegio donde la figura del maestro sí que parece tener mayor consideración.

En mi horario tenía adjudicadas seis horas semanales con 2ºB, las tres de matemáticas más las tres de ciencias naturales. Mentiría si dijese que no me sentía inquieto ante ese panorama. Y no solo por los alumnos. También tenía muchas dudas sobre cómo iba a funcionar trabajar en el aula con una profesora de apoyo las seis horas. La única experiencia que yo tenía de compartir aula con otro profesor (en un instituto de Cuenca) había sido un desastre absoluto. A eso había que añadir que las ciencias nunca han sido una de mis asignaturas favoritas y que tendría que preparar las clases de una materia que no me gusta y de la que ignoro hasta los aspectos básicos.

Cuando comenzamos las clases y conocí a los alumnos que integraban el grupo me di cuenta de lo difícil que iba a ser. Desde luego ya me podía ir olvidando de dar las clases como estaba acostumbrado. Por lo pronto, hacer tareas en casa no formaba parte de su estilo de vida. Si quería que hicieran algún trabajo o ejercicio tendría que darles tiempo para hacerlo en clase. No eran nada autónomos, requerían de tu ayuda y atención constantemente. Cada pequeña cosa que hacían, por simple que fuera, implicaba múltiples requerimientos previos para dejarles clarita la actividad y otros tantos para ir comprobando que cada paso que daban era correcto (o corregirles en caso contrario, que era lo más habitual, sobre todo al principio). Si tenían alguna duda querían que se les resolviera de inmediato y de forma individual, nada de esperar a una puesta en común y corregirlos todos en la pizarra.
Otra característica era que su capacidad para estar concentrados en una actividad era muy limitada por lo que mejor planificar seis actividades cortas que una larga. Si les mandabas un ejercicio, luego otro, luego otro y así, podían pasarse toda la hora trabajando, pero si les decías que iban a hacer cuatro ejercicios seguidos lo veían como una tarea imposible y no hacían ninguno.
Pero la principal característica era que no había características comunes. Cada individuo de ese grupo era un alumno "especial", con una problemática y una forma de ser que lo diferenciaba del resto del grupo (no digamos ya de los alumnos con los que yo había trabajado anteriormente). Cada alumno por sí solo y cada uno por motivos diferentes necesitaba mucha ayuda.

En el grupo había tres alumnos chinos que llevaban en España pocos meses. Si ya era difícil que te entendieran en una conversación ordinaria, no digamos un texto científico aunque fuera de un libro de 2º de ESO. En cambio, en matemáticas eran muy buenos y no necesitaban traducción ni en los problemas. Decidimos que la profesora de apoyo sacara a estos alumnos y a dos más que tenían especiales dificultades en las horas de ciencias para darles clases casi particulares y yo me quedaba en el aula con el resto del grupo. En las clases de matemáticas la profesora de apoyo (gran profesional con la que trabajé estupendamente. En ese sentido los temores se disiparon muy pronto) se quedaba dentro del aula y me ayudaba a atender los constantes requerimientos de los alumnos.

Además de los chinos había un número indeterminado de gitanos (luego, cuando ya nos teníamos confianza, me enteré de que sólo eran cinco gitanos). El resto eran payos. Lógicamente yo no iba a preguntar quién era gitano y quién no. Payos y gitanos se parecían muchísimo en su físico y en la manera de vestir y comportarse. En ese sentido el grupo era un ejemplo de integración.

Cuando llevábamos mes y medio o dos meses de clases, empecé a relajarme. Con sus peculiaridades el grupo parecía ir funcionando. No había problemas de disciplina (otro temor disipado) y parecía que poco a poco se estaba instaurando una dinámica de trabajo (en clase, ya he dicho que en casa nada de nada). Un día requisé un papel a J.

J. era el único alumno de la clase que no vivía en el barrio. Vive en una zona de parcelas a las afueras (barriada que también está adscrita al centro y de donde provienen la mayoría de los alumnos de los grupos A). Desconozco la realidad familiar de J. pero no es la que desearía para nadie, y menos a la edad de catorce años. J. no tiene ningún control familiar, no tiene horarios ni rutinas. Una vez llamó su madre al instituto preocupada porque su hijo llevaba dos días sin aparecer por casa. Según J., que sí había asistido a clase esos días, había pasado las dos noches en casa de un amigo y no había sentido la necesidad de comunicárselo a nadie. ¿Cómo puede la madre tardar dos días en empezar a buscar a su hijo que, repito, al menos esos días sí había ido a clase?

La actitud de J. en clase era la de alguien que está de vuelta. Sus compañeros eran unos panolis, unos niños que no sabían de qué iba la vida. Tenía un punto chulesco pero de una manera sui generis. Es como si fuera chulo por dentro y componedor por fuera. Esa era mi opinión cuando le requisé el papel. Con el tiempo me di cuenta de que esa chulería no era tal, sino una costumbre de vivir y actuar según le dictase su santa voluntad. Por eso no había agresividad en él, ni siquiera cuando te desobedecía. J. se había criado sin tutela familiar y era un ser libre, tranquilo y un poco triste. O tal vez esa tristeza que le vislumbraba era el reflejo de la pena que me daba su situación.

Al terminar la clase J. se acercó un poco nervioso a pedirme que le devolviese el papel que yo ya tenía olvidado y traspapelado en el desorden de mi cartera. Su nerviosismo picó mi curiosidad y leí el texto antes de devolvérselo. Era una especie de poema pornográfico. Me explicó que era la letra de una canción rap que había compuesto. Medio en broma medio en serio le repliqué que ya que le gustaba componer canciones podría componer una con motivo del tema que estábamos estudiando (La función de reproducción). Estaba dispuesto a subirle hasta un punto y medio en la nota del próximo examen si la canción era buena.

Ahí quedó la cosa. Enseguida olvidé el asunto. Hago muchas propuestas similares y la inmensa mayoría cae en saco roto. A la semana siguiente J. se presentó con una canción que resumía los principales aspectos del tema tres. Me la enseñó y, aun sin salir de mi sorpresa, le dije que tendría que cantarla delante de sus compañeros para ganarse los puntos. Una canción necesita ser cantada para ser una canción. Se hizo un poco de rogar pero finalmente accedió. En el fondo estaba encantado de poder interpretar su composición delante de sus compañeros. Cuando faltaban diez minutos para terminar la clase salió a la pizarra y rapeó. Para mí fue un momento mágico, además fue el momento en el que tuve claro que me había hecho con el grupo y que no ibamos a tener problemas durante todo el curso. Los alumnos se tomaron totalmente en serio la actuación. Ninguno hizo burla, todos estaban atentos y terminaron aplaudiendo sinceramente. Es más, se produjo efecto contagio y P. (el alumno más problemático y un auténtico chulo. Uno de esos, afortunadamente pocos, con los que nunca puedes bajar la guardia) afirmó que él también sabía componer rap (no iba a ser menos, claro está) y que quería componer una canción para el próximo tema.

J. se ganó su punto y medio. Le pedí que me entregara el texto de la canción y si me lo podía firmar. Lo hizo con su nombre artístico. Esa misma tarde le conté entusiasmado a Sonia lo que había ocurrido. Después de contárselo le quise enseñar el texto de la canción y en ese momento, al volver a leerlo, fui por primera vez consciente de lo que podría pensar alguien que lo leyera sin conocer a J. ni a los alumnos de 2ºB. Seguramente esa persona, yo mismo apenas dos meses atrás, pensaría que se trataba de un mal chiste. Esto es lo que escribió J. y que mereció tantos elogios por mi parte (hay que intentar leerlo a ritmo de rap):

Si las clases te rayan,
manda a tomar por culo al estres
llega Jota esta vez con el tema tres.

Los seres vivos nacemos
cresemos, vivimos y nos reproducimos,
y tarde o temprano nos morimos
en este aspecto con las plantas coincidimos.

La reproduccion sirve para evitar la extincion,
mantener la especie y aumentar la poblacion.
Existen dos tipos asexual y sexual
quisas esta ultima sea la mas normal
la union de gametos, macho y embra
se unen en uno cual semilla que se siembra.

Aora la asexual
divicion selular
con aspecto similar.

En algunos seres vivos estas formas se alternan
a esto se llama reproduccion alternante
esto para los animales solamente.
y en los vegetales
alternancia de generaciones.

En la sexual existen tres fases
esto es importante no pases
la primera es la formacion de gametos
no es dificil de aprender si no eres un paleto
tras la divicion selular
se forman los gametos con la mitad
de cromosomas de la selula original

El segundo la fecundacion
es la union de gametos
poned atencion paletos
se crea una nueva selula de nombre cigoto
ya puedo oirlo no armeis tanto alvoroto.

En el ultimo lugar
el desarrollo del embrion,
escucha vien, pon atencion
El huevo se divide susesivamente
y da lugar al embrion
que crese asta formar un nuevo ser diferente

En las reproducciones asexuales
existen cuatro modalidades,
esporulacion, gemacion
fragmentacion y biparticion
No las describo porque sería muy larga esta cancion.

Bale, he ablado de los tipos de reproduccion
pero ahora toca explicar la ejecucion
como es en los umanos lo sabreis
pero de las plantas lo mismo no presumireis
hey chaval, no te tires por las vias
yo ace un tiempo tampoco lo sabia.

En los sacos polinicos se guardaba el polen
lo que para nosotros seria el semen
el polen que portan estos
son transportados por el viento y algunos insectos
llegan a otra flor de la clase misma
yega y se introduce por el estigma
atraviesa el estilo
todo junto se llama pistilo
el ovulo y el polen se fecunda, crea una semilla ????? (palabra ilegible)
cuanto esta cae al suelo y se planta
si en el invierno por el invierno no se achanta
buelve a salir una nueva planta.
Y asi se sierra el siclo de la vida,
recargate que te as quedado sin pilas.


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lunes, 26 de septiembre de 2011

Publicidad en tiempos de crisis

Un buen anuncio televisivo es una pequeña obra de arte. Recuerdo cuando canal plus emitía en abierto un especial "maratón de anuncios", un programa de varias horas con los anuncios galardonados en los principales festivales de publicidad del mundo. Anuncios estadounidenses, hispanoamericanos, escandinavos, asiáticos, etc. (no recuerdo ningún anuncio africano, ni siquiera norteafricano. Tampoco recuerdo anuncios de países árabes).

Hace ya mucho tiempo que apenas veo la tele y cuando lo hago suelo acabar fácilmente en la 2, canal que ya no emite publicidad. Precisamente viendo este canal me enteré de la estrategia de marketing de Loterías del Estado. Y visualicé a los Donald Drapper y Peggy Olson de turno diseñando la campaña. Es muy buena. No tengo dudas de que la privatización de Loterías del Estado va a ser todo un éxito (para los que se queden con el negocio, claro).


El acto más llamativo de la campaña lo inauguraron esta semana en la plaza Callao de Madrid (renombrada temporalmente como "plaza de los sueños") con la presencia de gente guapa (Martina Klein y Feliciano López) y del mayor experto en sueños del mundo. ¿Adivinan quién? Sí señor, el doctor Eduard Estivill. No tenía el gusto de conocer su cara ni su voz y, en fin, su intervención me reafirmó en todos los prejuicios que tengo contra su persona. Aquí podéis ver un vídeo con la iniciativa. El reportaje que emitieron en la 2 fue más extenso y el Dr. Estivill soltaba perlas como que "la lotería es la institución más democrática que existe".

Otro anuncio que me hizo pensar en Mad Men es el último de IKEA, el que tiene como eslogan "Tengo derecho a mi fiesta". IKEA nos dice: es verdad, estamos en crisis, las cosas están muy mal pero tú tienes derecho a tu fiesta. Ese derecho no te lo puede quitar nadie. Renunciar a él es renunciar a la vida como debe ser vivida. Venga, ven a IKEA a amueblar o al menos a decorar tu fiesta. Carpe diem y gástate aquí la pasta. Me parece un anuncio maquiavelicamente brillante.



PS. Me reía el otro día de la Ciencia del Patrimonio (con mayúsculas queda mejor) y hoy me encuentro en todos los medios con la nueva Ciencia Gastronómica. Para que no digan que en España no se invierte en I+D.


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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Ciencia del patrimonio

Hace un par de semanas mi madre estuvo ordenando el trastero y me informó de que había encontrado varios archivadores míos con apuntes de la carrera. Me sorprendió porque yo creía que ya me había deshecho de todo ese material pero se ve que no.

Esta tarde, aprovechando que estaba de visita, le eché un último vistazo a los apuntes por si hubiera algo que mereciera la pena salvar. ¡Cuánta palabrería! Qué aburrimiento.

Asignatura de 1º. Contabilidad General. Tema 1

La Contabilidad es la ciencia del patrimonio.

Ahí es ná.




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lunes, 19 de septiembre de 2011

Soy un procastinador

Qué manía tienen los pedagogos en utilizar palabros feísimos para referirse a conceptos sencillos e incluso banales.

Estoy leyendo un libro de José Antonio Marina titulado de manera equívoca La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez. Es el primer libro que leo de este autor y la verdad es que me está decepcionando bastante. En algunos pasajes me parece una mala copia de Savater, en otros una mala copia de Punset y en la mayoría una copia escasamente mejorada de algunos orientadores que he conocido, emborrachados de psicopedagogía.



Bueno, pues leyendo el librito me he enterado de que soy un procastinador, es decir, que padezco procastinación (o procrastinación como, según Marina, lo escriben los puristas. Habría que conocer a esos puristas). Hablando en cristiano: que soy propenso a dejar las tareas para mañana, apurando siempre hasta el último momento para hacer las cosas. Al principio intenté negar la evidencia, no me reconocía en las características que expone Marina:
  • El procastinador suele ser postergador raciocinante, que se da argumentos muy convincentes -para él- que le aconsejan aplazar la acción. Yo no necesito ningún argumento para aplazar la acción. Me basta con la pereza o con la desgana en dejar alguna actividad que considero más interesante. En resumen, que soy un procastinador vago y nada raciocinante.
  • Hay que advertir que el verdadero procastinador no dilata su actividad porque sea dolorosa o muy molesta. Suele ser tan sólo un poco más molesta que lo que está haciendo en ese momento. Aquí me parece que Marina no es muy perspicaz. La mayoría de las actividades obligatorias son más molestas que no hacer nada o que sentarse a leer un libro.  No sé, no sé, quizás un procastinador no sea capaz de analizar objetivamente (y menos aún si no es raciocinante) las razones de su procastinación, pero a mi me da que la procastinación es una variedad leve de pereza.
Pero al final no he tenido más remedio que admitirlo. ¿Sabe que tiene que ordenar su mesa de despacho, pero se dice que es una operación tan importante que conviene esperar al lunes o a las vacaciones para acometerla con la dedicación que se merece? Sí, los papeles me comen y nunca "encuentro tiempo" para ordenarlos. ¿Le sucede con frecuencia que aguanta molestias diarias por no arreglar una avería, cambiar de televisor o comprar un destornillador más grande? Sí, sí, sí.

No en vano mi primer ídolo literario y al que guardo todavía un enorme cariño (mi hermana me regaló una camiseta con su dibujo que tengo gastadísima de tanto ponérmela) es el más grande procastinador que he conocido. Se trata de Felipe, el personaje ideado por Quino.



En honor a Felipe, suena I´m only sleeping de sus idolatrados Beatles




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martes, 13 de septiembre de 2011

No a los recortes en educación



Dos de los cuatro gatos que leen este blog son profesores en institutos públicos de Castilla La Mancha. Afortunadamente son funcionarios de carrera con destino definitivo y su empleo no corre peligro (vamos, salvo catástrofe total que no quiero imaginar). No es el caso de muchos de sus compañeros. Los datos que se están dando a conocer son desalentadores. Los equipos directivos han sido informados del número de plazas de profesores que se suprimen en sus centros. La escabechina afecta a algo más del 10% de profesores.

Mañana se publican las adjudicaciones definitivas y se sabrá quiénes son los que se quedan sin trabajo. Por la tarde están convocadas una serie de manifestaciones en las cinco capitales de provincia para protestar contra las medidas. Imagino que el ambiente en las manifestaciones será de funeral, especialmente para quien se acabe de enterar de su despido.

No podré asistir pero desde aquí también protesto.





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lunes, 12 de septiembre de 2011

Lester Allen


El viernes inauguramos las sesiones de cine de la tele nueva con Delitos y faltas. Se me había olvidado lo buenas que eran las películas de Woody Allen y cuanto me gustaban.

En un momento dado tuve una revelación desagradable. Descubrí que Woody Allen se ha convertido con los años en Lester, el tipo de personaje que con tanto acierto caricaturizaba en sus películas y que en Delitos y faltas está magistralmente interpretado por Alan Alda. Las últimas películas de Allen podrían haber sido producidas e ideadas por Lester. A nadie le podría extrañar que a Lester le concedieran el premio Principe de Asturias. Lester, el pseudoartista triunfador e ídolo de los progres del mundo mundial.

Me alegro por Woody Allen. Seguro que vivir como Lester da más satisfacciones que vivir como Clifford. Que lo disfrute. Lo siento por mi, que siempre añoraré las películas que hacía Clifford.





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domingo, 11 de septiembre de 2011

Exámenes de septiembre

La LOGSE fue una ley admirable al servicio de una ideología pedagógica que ha cercenado las potencialidades de varias quintas de españoles. Digo que fue una ley admirable en el sentido de que era muy completa y totalmente coherente con su (equivocada) visión pedagógica.

La LOCE (2002, promulgada por el PP) y la LOE (2006, promulgada por el PSOE) son malas leyes al servicio del oportunismo político de turno, sin ninguna visión ni ideología pedagógica que las sustente.

La LOGSE suprimió los exámenes de septiembre en la ESO. Bueno, dado que la ESO no existía antes de la LOGSE, sería más correcto decir que no contemplaba una prueba extraordinaria en septiembre para los alumnos que no hubieran alcanzado los objetivos en junio. Era una decisión totalmente coherente con el espíritu de la ley y con el conjunto normativo que la desarrolló. ¿Cómo puede un alumno alcanzar en dos meses y por sí solo los objetivos que no pudo alcanzar en nueve meses con la ayuda del profesor y de las actividades de clase? Además hay que tener en cuenta que para el sistema LOGSE dominar los contenidos de las áreas de conocimiento no era mucho más importante o menos necesario que otros ítems como la actitud del alumno, el trabajo desarrollado, su evolución a partir de un diagnóstico inicial, etc. Cuestiones todas imposibles de evaluar en un examen de una hora u hora y media a lo sumo.

La LOCE (PP, 2002) introdujo las pruebas extraordinarias en la ESO dejando que cada comunidad autónoma decidiera si se celebraban en junio (una semana después de la evaluación ordinaria) o en septiembre. Como PSOE y PP utilizan las normas educativas y su aplicación para atizar al contrario en lugar de para resolver los problemas del sistema educativo, ocurrió que las comunidades gobernadas por el PP establecieron las pruebas en septiembre y las gobernadas por el PSOE en junio (excepto en Andalucía donde la Consejería dio libertad a cada centro para que el consejo escolar decidiera cuándo celebrar la prueba dando lugar a agravios entre alumnos matriculados en distintos centros. Recuerdo las quejas de los padres porque su hijo tenía los exámenes en junio -y no había tenido tiempo para prepararlos- mientras que su vecino los tenía en septiembre).

La LOE (PSOE, 2006) estableció que la prueba extraordinaria se celebrara obligatoriamente en septiembre en todo el estado (contradiciendo la política educativa llevada a cabo por el PSOE tanto bajo la LOGSE como bajo la LOCE, ¿pero quién pide coherencia y argumentos sólidos en estos temas? ¿a quién le importa?).

La LOCE fue un parche a la LOGSE. Más que refundar el sistema educativo (cosa que sí hizo la LOGSE respecto al sistema anterior), trató de implantar algunas medidas llamativas de cara a la opinión pública (caso de los exámenes en septiembre para la ESO). En muchos aspectos fundamentales las dos leyes eran iguales. Aunque para confirmar esto último tendríamos que haber comprobado cómo se desarrollaba el conjunto normativo. La LOCE se derogó cuando estaba empezando a implantarse. Así es difícil evaluar cuál podría haber sido su impacto.

La LOE es un híbrido entre la LOCE (conserva casi todas las modificaciones que ésta hizo a la LOGSE con ligeros cambios de nomenclatura para despistar. Este es un ejemplo) y la LOGSE (comparten la misma "visión pedagógica"). Es decir, es una ley incoherente, contradictoria e imposible de cumplir. Pretende que hagamos una programación y una evaluación en competencias y al mismo tiempo establece una evaluación extraordinaria (con los mismos efectos prácticos que la evaluación ordinaria) que consiste en una prueba escrita de una hora u hora y media.

Dejando atrás las incoherencias legislativas, luego está la realidad de los exámenes de septiembre en la ESO. Y esta es la realidad según mi experiencia. Datos de este curso (de las asignaturas que he impartido):
  • 2º de la ESO: 27 alumnos suspendieron en junio, de los cuales 13 se presentan al examen de septiembre y solo uno lo aprueba (con ayuda de mí parte, todo hay que decirlo).
  • 4º de la ESO: 8 alumnos suspensos, de los cuales uno se presenta al examen y no lo aprueba.
Es cierto que mi actual instituto tiene un alumnado peculiar y estos resultados no se pueden generalizar. Pero también es cierto que en otros centros en los que he trabajado el porcentaje de aprobados en septiembre es bajo o muy bajo. Lo normal, lo lógico, es que un alumno que no es capaz de superar la materia en nueve meses con todas las ayudas que se le ofrecen sea aún más incapaz de superarla en dos meses por si solo en su casa.

Alguien podría pensar que las pruebas de septiembre se justifican por el hecho de ayudar a esos pocos alumnos que se esfuerzan y recuperan. Pero es que en la gran mayoría de esos casos los alumnos no aprueban sino que se les aprueba por razones más o menos nobles. En muchas ocasiones el equipo educativo opina que no es bueno que un alumno repita. Entonces se pide a los profesores de las materias suspensas si no es posible echarle una mano. Y así "recuperan" la materia. Si el dilema se hubiera planteado en junio el resultado hubiera sido el mismo, es decir, en ese caso el alumno no habría suspendido la materia que "recuperó" en septiembre.

Unas de las consecuencias más indeseables de los exámenes de septiembre es el gran obstáculo que suponen para la planificación del curso siguiente. La Concejería asigna en julio el cupo de grupos y profesores para cada centro. Esta asignación se hace en función de los alumnos matriculados en cada curso y la matrícula no se cierra hasta después de los exámenes de septiembre. Por tanto la asignación se realiza en función de las expectativas de matrícula, es decir, de las expectativas que el equipo educativo tiene sobre los alumnos que deben examinarse en septiembre. A veces (prefiero pensar que no es habitual) las expectativas no se cumplen y hay que hacerlas cumplir. Esto ocurrió en un pequeño centro de una pequeña localidad en el que trabajé. Para mi asombro y vergüenza la decisión de que los alumnos aprobaran o no dependía de que al centro le pudieran adjudicar un grupo más en 2º o en 3º. Viva la pedagogía práctica.

Conclusión: ¿Exámenes de septiembre? En la ESO no (el bachillerato es otra cosa).





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miércoles, 31 de agosto de 2011

Vacaciones plenas

Mañana regreso al trabajo y me parece mentira. Mi cuerpo y mi mente se sienten todavía en plenas vacaciones, como si aún quedasen semanas ociosas por delante.

Ya no estoy en plenas vacaciones pero una vez concluidas puedo afirmar que han sido unas vacaciones plenas. Desde el primer día hasta el último. He descansado, me he divertido, he disfrutado, no he pensado ni un minuto en el trabajo, no ha habido días rutinarios, hemos viajado, hemos ido a conciertos, a la playa, a PhotoEspaña, hemos estado con la familia y a falta de lámpara y cortinas hemos terminado de amueblar el salón. Cada día ha sido especial y los he disfrutado todos.




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lunes, 29 de agosto de 2011

El maleducado y el ser superior

El actual entrenador del Real Madrid es un maleducado recalcitrante. Ha demostrado que no sabe ganar y menos aún sabe perder. Siendo una persona que ostenta un poder inmenso dentro de su profesión se hace la víctima constantemente sin razón y sin verguenza. Además es altivo, egocéntrico, ventajista, el peor ejemplo que pueden tener los jóvenes aficionados al fútbol (que, especialmente en el caso de los varones, son casi todos).

El actual presidente del Real Madrid es un ser superior, según definición de uno de sus más fervorosos subalternos. Y debe de serlo porque lo que está consiguiendo no es fácil, que madridistas de toda la vida estén renegando de su equipo o estén a punto de hacerlo. Hagamos un resumen de su historial deportivo (quizás sería más interesante conocer su historial laboral, enterarnos de cómo ha llegado a ser un empresario "top", en palabras de su maleducado y protegido empleado). Llega a la presidencia del Real Madrid cuando el equipo, entrenado por Del Bosque, acaba de ganar su segunda copa de Europa en tres temporadas. Con la inercia de ese grupo ganador más unos fichajes estelares (Figo, Zidane y Ronaldo) el equipo gana dos ligas y una copa de Europa en las siguientes tres temporadas, las únicas exitosas de su mandato. Desde entoces el ser superior se dedica en cuerpo y alma a demoler la institución que preside: echa a Del Bosque sin aviso el día después de ganar la liga, ficha a un entrenador tras otro a cual más extravagante (cinco entrenadores en dos temporadas), ficha a un director deportivo tras otro (tres directores en esas mismas dos temporadas) y cuando comprueba que el equipo está hundido en el pozo dimite a mitad de temporada, dejando como sustituto a un tal Fernando Martín que poco tiempo después sale en los periódicos porque la constructora que dirige entra en suspensión de pagos.

Se convocan elecciones y se produce el escándalo del voto por correo propiciado por la normativa aprobada durante la era del ser superior (¿una manera de garantizarse las victorias electorales?). Una jueza dictamina que no se contabilice el voto por correo y que sólo se considere válido el presencial. De esta manera gana un candidato inesperado: Ramón Calderón. Sorprendentemente el equipo se rehace y en las siguientes dos temporadas gana la liga al poderoso Barcelona de Ronaldiño. Pero una mala temporada y nuevos escándalos por trapicheos en las asambleas de socios provocan la dimisión de Calderón y un adelanto electoral. Sólo se presenta un candidato (los avales bancarios requeridos para presentar candidatura no están al alcance de cualquiera) y por lo tanto no es necesario el trámite de las urnas. El ser superior regresa como salvador del caos que él mismo ha provocado. Y lo hace con su mano derecha habitual, un cantamañanas que lleva muchos años viviendo del cuento.

La primera temporada promete. Ficha a un buen entrenador y a grandes jugadores. Borrón y cuenta nueva. Pero la temporada acaba sin títulos porque el rival, el Barcelona actual, es uno de los mejores equipos de la historia del fútbol. No es demérito del Madrid sino mérito del Barcelona. El ser superior no lo entiende así y despide al entrenador (y van....) para fichar al maleducado, que se comporta en Madrid como lo ha hecho en los otros clubes en los que ha trabajado, subordinando los intereses del Real Madrid a los suyos propios. Y el ser superior lo consiente y se lo permite todo. Cualquier medio es válido para conseguir los fines (y encima no siempre se consiguen, por lo que nos envilecemos para nada. En las últimas cinco temporadas que el ser superior ha presidido el club, el equipo solo ha ganado una Copa del Rey).

Después del bochorno de la supercopa me propuse no ver ningún partido de fútbol esta temporada. No quiero que pierda mi equipo, pero tampoco quiero que ganen el maleducado y el ser superior. Prefiero dedicar mi atención a otra cosa.

Pero esta mañana en la piscina mi padre me preguntó si iba a ir a casa a ver el partido. No había pensado en que los partidos de fútbol son unas de las pocas aficiones que comparto con mi padre. Renunciar a ver los partidos supone renunciar a compartir con él algunas tardes de domingo. Así que cambié de idea. Veré los partidos como cuando veía el baloncesto de la NBA, sólo interesándome en la retransmisión del juego, sin saber nada, sin querer saber nada de ruedas de prensa, declaraciones, desplantes, rumores, celebraciones o frustraciones mal llevadas. Como si no existieran el maleducado y su superior.

Hoy suena el himno del Madrid. Un himno de opereta, ridículo y desfasado, pero entrañable para los seguidores de toda la vida. En su afán por arruinar moralmente la institución, el ser superior lo ha intentado suplantar por una horterada cantada a pleno pulmón por Plácido Domingo. No me extraña que no le guste, porque escuchando su letra a más de uno debería darle verguenza:

Enemigo en la contienda,
cuando pierde da la mano
sin envidias ni rencores



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miércoles, 24 de agosto de 2011

El mayor capricho


El mayor capricho que recuerdo haberme dado en mi vida fue una cámara de fotos parecida a esta. Nunca antes me había gastado tanto dinero en un objeto ni en ninguna otra cosa. Para más inri me la compré cuando estaba en paro y sin ingresos.

Su precio era de 600 euros (599, para ser exactos). Me ahorré 30 euros gracias a que Guancho la pagó con su tarjeta y le hicieron un 5% de descuento por "lista de bodas". Fuimos a comprarla el día de nochebuena de 2002.

¿Para qué necesitaba una cámara de esas características? Evidentemente, no la necesitaba. Siempre había imaginado que me gustaría hacer fotografías. Lo que no me atraía era la parte del revelado, demasiado aparatoso y costoso. Por eso en cuanto empezaron a comercializarse las cámaras de fotos digitales quise hacerme con una. Las máquinas eran caras, pero a cambio no había que comprar carretes ni tener costes de revelado. Podía hacer fotos "experimentales" y luego tratarlas con algún programa informático. Un juguete muy apetecible.

Seiscientos euros era mucho dinero y más aún en mi situación económica. Supongo que pensé que, dado que no tenía por entonces demasiadas ilusiones ni distracciones (en cambio disponía de mucho tiempo libre), el dinero estaba para eso, para facilitar que algunas ilusiones se cumplan. Y si se puede, se puede.

Estuve utilizando la cámara hasta el verano de 2006. Tres años y medio en los que fotografié Bilbao y alrededores, Córdoba, Barcelona, Azuqueca, Guadalajara, Madrid, Cuenca, la boda de Elena y Álvaro, Polonia, el Cabo de Gata, Bruselas y alrededores, la carrefourada, a mi familia y a mis amigos. Muchos momentos y lugares registrados.

Ayer, haciendo limpieza en la casa antes de que comienze el curso, la puse con los demás trastos viejos directa a la basura.




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lunes, 22 de agosto de 2011

Profesores de religión


Estudié EGB en un colegio de curas concertado. En la primera etapa, de 1º a 5º, nos enseñaban religión los mismos maestros que nos enseñaban a leer o a sumar. No recuerdo el nombre de la maestra que me dio clase en 1º (¿la señorita Isabel?). Era una mujer de mediana edad (mayor que mis padres y, por lo tanto, muy mayor desde mi punto de vista. Ahora imagino que no sería tan mayor), cariñosa y agradable. Guardo un buen recuerdo de ella. Todas las mañanas rezábamos un padre nuestro al comienzo de las clases. A esa edad la enseñanza no estaba tan compartimentada como en los cursos posteriores, era un continuo donde se mezclaba las sumas con los dictados, las lecturas, los dibujos y las historias. Y entre esas historias conocíamos la historia de Moisés, la de Abraham, la de Jacob... En eso consistía la enseñanza de religión. Todo centrado en el Antiguo Testamento.

Tampoco recuerdo el nombre de la maestra que me dio clase en 2º. Era más joven (más joven que mis padres). No tengo recuerdos de ese curso, ni en materia religiosa ni en ninguna otra. Echaba de menos las clases con la señorita Isabel.

En 3º, 4º y 5º me dio clase D. Francisco. En tercero, además, teníamos catequesis con el padre Paco para preparar la primera comunión (sí, en horario escolar en un centro concertado. Curso 82/83). Ese curso tuve una sobredosis de enseñanza religiosa. Los sacramentos, la penitencia, la comunión, el Nuevo Testamento con toda la intensidad dramática posible. Yo era muy aplicado. Recuerdo que me daba rabia que no se pudieran recibir todos los sacramentos por la incompatibilidad entre el matrimonio y el sacerdocio. Envidiaba a los santos, que ya estaban en el cielo. Habían cumplido su objetivo. Yo veía muy difícil llegar al cielo. Todo era pecado. Uno podía pecar simplemente pensando. ¡Es imposible no pensar!
En el colegio, los carmelitas nos ponían como ejemplo a Santa Teresa, que con seis años (dos menos de los que yo tenía entonces) huyó de su casa con su hermano para ir a tierra de infieles y convertirse en mártir del cristianismo. Su tío se los encontró por el camino y frustró la tentativa. Si en esos momentos me entero de que Alcolea es tierra de infieles allí que hubiera ido yo a sufrir martirio. Como triste alternativa me conformaba metiéndome piedrecitas en los zapatos (idea copiada de no recuerdo ahora qué santo niño. Gracias a esta maravilla que es internet descubro que se trata de Domingo Savio).

D. Francisco merece un párrafo aparte. Un poco mayor que mis padres tal vez, no mucho. Era un sádico camuflado. No pensaba eso de él cuando era mi maestro. Yo era demasiado ingenuo y sentía un respeto sin reservas hacia la autoridad. El maestro no podía estar equivocado, ni ser malo o mezquino. Eso iría contra la lógica, los policías no roban ni los bomberos queman las casas. A mí me gustaba D. Francisco, me lo pasaba bien en sus clases. Con el tiempo, al recordar las cosas que hacía o nos decía, me fui dando cuenta de que era un pésimo maestro y una mala persona. Le gustaba humillar a los alumnos más torpes ("los sabios" los llamaba, como en el famoso concurso de la época, y todos los días los sacaba a la pizarra), pegaba capones y tiraba de las patillas (a mí nunca me pegó, creo que fui de los pocos que se salvó), y era un mentiroso compulsivo. Contaba historias increibles que hasta que no pasaron años no caí en la cuenta de que eran mentira. A lo mejor yo era el único tonto que se las creía. Es posible que por eso me librara de los capones.
Las clases de religión de D. Francisco fueron el sustrato de las peores pesadillas que he tenido en mi vida. La vida era un examen continuo muy difícil de aprobar. Y si no aprobábamos (que en mi opinión era lo más normal puesto que el padre Paco nos había explicado que casi todo era pecado. El mundo se dividía en unos pocos santos y una multitud de pecadores) ya sabíamos lo que nos esperaba: el infierno. Y el infierno, según D. Francisco, consiste en sufrir durante toda la eternidad nuestro tormento más temido. El demonio es muy listo y sabe lo que más temes. Imagina lo que más temes, piénsalo. Yo intentaba imaginar un tormento soportable y autoconvencerme de que eso era lo que más temía, a ver si así podía engañar al demonio. Pero sabía que eso era imposible, el demonio era casi tan poderoso como Dios. No se le podía engañar. Pero sí, según D. Francisco, podíamos venderle nuestra alma. El demonio podía concedernos el deseo que quisiéramos. Así de poderoso era. Es difícil no guardarle rencor a D. Francisco por tantas noches de pesadillas. Hubiera preferido los capones.

En 6º la enseñanza se compartimentaba claramente en asignaturas. El profesor de religión era el padre Pedro, director del colegio. Por primera vez teníamos libro de texto. Recuerdo las clases soporíferas. Estudiábamos las distintas religiones: el islam, el hinduismo, el judaismo; pero solo para demostrar cuan equivocadas estaban. El padre Pedro nos explicó cómo los principales filósofos habían demostrado la existencia de Dios. La Iglesia no niega que vengamos del mono, decía el padre Pedro, ¿pero cómo pasamos de ser monos a ser hombres? Fue Dios, con su gracia divina, el que otorgó un alma al mono para convertirlo en hombre.

En 7º nos daba religión el padre Julio (que no era cura, aunque le llamásemos padre, pero formaba parte de la familia carmelita no sé bien en calidad de qué). No recuerdo nada de sus "enseñanzas". Solo recuerdo su carácter bondadoso y que en los exámenes hacia como que no se daba cuenta si sacabas el libro para copiarte.

No recuerdo el nombre del cura que nos dio religión en 8º. A diferencia de los demás curas profesores (no solo los de religión) no vivía en el convento anexo sino en las ermitas de la sierra. No teníamos libro de texto o no lo utilizábamos. Se dedicaba a dictar apuntes, paseando entre los pupitres y posando su mano sobre el hombro o la cabeza de los alumnos. No vamos a pensar mal, el hombre simplemente tenía la manía de tocar a los alumnos como gesto de sano cariño. Me pregunto qué cara pondrían mis alumnos si yo hiciera eso en clase. El padre cariñoso nos enseñaba los tecnicismos de la religión católica: el rito de cada sacramento con su correspondiente fórmula, los agentes, los medios y los pacientes; el Espíritu Santo y cómo guiaba las decisiones del papa (de ahí su infalibilidad), etc. Un día nos contó que se encontraba en la plaza de San Pedro en el momento en que se anunció a Juan Pablo II como nuevo pontífice. Cuando estaban esperando el anuncio, por el balcón del vaticano se asomó un cardenal negro y unas monjitas que estaban a su lado exclamaron ¡que no sea un papa negro, no puede ser un papa negro! Pero no, hombre, el Espíritu Santo no podía equivocarse de aquella manera. Fue un papa blanco y bien blanco. De la misma Polonia.

Los dos últimos años de colegio no fueron nada agradables. Por muchos motivos, no le voy a echar toda la culpa a los curas. Pero sí tenían una parte importante. Al fin y al cabo ellos dirigían el colegio y seleccionaban a los profesores que eran los principales responsables del ambiente opresivo que se respiraba allí. Dejar el Colegio Virgen del Carmen fue toda una liberación.

En el instituto pude haber elegido ética en lugar de religión pero no lo hice. La verdad es que no me lo llegué a plantear en ningún momento (ni nadie me lo llegó a preguntar, que yo recuerde). Era algo implícito, lógico, incuestionable. Estudiaba religión por lo mismo que estudiaba bachillerato y no FP. En todo caso me alegro de que fuera así porque gracias a eso caí en una clase en la que conocí a los que llevan siendo mis amigos más de media vida.

En 1º de BUP nos dio clase de religión un cura que, según decían, oficiaba en San Nicolás. Era relativamente joven y de aspecto chulesco. La rutina era invariable: entraba por la puerta y con desgana decía "podéis iros a la P calle". Así, literal. Y eso hacíamos, salir a la calle. La hora de religión era una hora de recreo. Hasta que se nos acabó el chollo a mediados del segundo trimestre. Algún padre se habría quejado y le debieron de llamar la atención. Un día entró en clase especialmente cabreado y nos dijo que ya no podríamos salir más gracias a algún chivato mentiroso. Sí mentiroso, porque él nunca nos había dicho que nos pudiéramos ir a la puta calle, él lo que decia es que podíamos ir a la P calle, es decir, a la puerta de la calle.
Se tomó su venganza. El resto del curso nos tuvo haciendo innumerables tareas y trabajos a cual más absurdo (ejemplo: contar cuántas veces aparece la palabra amor en el evangelio de San Juan) y a final de curso llevó a casi toda la clase a suficiencia.

En 2º y 3º de BUP tuve de profesor de religión a otro cura. Un integrista, de sonrisa perenne e inquietante, que había sido capellán del ejército. Una de sus perlas: "Los cristianos debemos amar a todo el mundo, incluso a los comunistas". Su obsesión era asegurarse de que fuésemos unos jóvenes católicos ideales (según su retrógrada idea, claro). Nos propuso dedicar las clases de religión como catequesis para preparar la confirmación. Más tarde caería en la cuenta de que los tiempos habían cambiado lo suficiente como para no permitir la catequesis en horario escolar (a diferencia del curso 82/83) y menos en un centro público. Así que propuso dedicar dos recreos a la semana a preparar la confirmación (ahí demuestra su aunténtica vocación de propagar la verdadera fe. Ahora que soy profesor valoro el esfuerzo que también le suponía a él dedicar dos recreos a la semana durante dos cursos a nuestra evangelización). En mi clase nadie se apuntó a la catequesis, confirmando, nunca mejor dicho, en la mente de Isidoro la idea de que nos estábamos echando a perder. Al padre de un amigo mío, que también era profesor en el centro, llegó a llamarlo a casa para comentarle lo preocupado que estaba por el comportamiento de su hijo y de las amistades nefastas que tenía en clase.
Las clases eran sermones. Si el gobierno lanzaba una campaña para promover el uso del preservativo entre los jóvenes con el lema póntelo, pónselo, Isidoro contraatacaba con varios sermones sobre el tema que se resumían en propóntelo, propónselo. La abstinencia que fortalece el espíritu y el amor auténtico era lo que había que proponerse, por si alguien tiene duda.
Gracias a Isidoro tomé consciencia de mi rechazo a la Iglesia Católica. Hacía ya tiempo que no comulgaba (en todos los sentidos) y que no iba a misa pero de una manera culposa, como el que no hace las tareas porque no le apetece y le queda un fondo de remordimiento. Hasta que un día Isidoro anunció que en la próxima clase íbamos a celebrar una misa en la iglesia (la iglesia de la Universidad Laboral que ahora es el salón de actos del Campus Rabanales y que podéis ver en la foto de arriba). Sí, una misa en horario lectivo en un centro público durante el curso 90/91.
La tarde anterior estaba en casa de un amigo haciendo las tareas (o pretendiendo que haciamos las tareas) y mi amigo propuso que fuesemos a confesarnos (supongo que ese contexto confesarse formaba parte de hacer las tareas). Me sorprendió su propuesta pero no vi razones para negarme. Fuimos a una iglesia cercana a su casa y allí me confesé por última vez. Hacía tiempo que no lo hacía y me sentí enormemente ridículo cuando me arrodillé delante de aquel desconocido al tiempo que decía "ave María purisíma". No recuerdo qué confesé, supongo que tres o cuatro vaguedades para salir rápidamente de aquel embrollo en el que me había metido sin pensarlo. Esa noche hice el examen de conciencia que teóricamente debí haber hecho antes. En ese momento reconocí abiertamente la realidad: ya no creía en la Iglesia Católica. Es más, me producía rechazo.
Al día siguiente se celebró misa en la hora de religión. Los veintitantos alumnos formábamos un semicírculo en torno a Isidoro. Al llegar el momento de la comunión, Isidoro se acercó a cada uno de nosotros ofreciéndonos la hostia, recorriendo el semicírculo de izquierda a derecha. Cuando llegó a donde yo estaba me acercó la hostia a la boca. Hice un ademán negativo con la cabeza. Con su perenne sonrisa se quedó unos segundos parado, la hostia a pocos centímetros de mi boca, esperando un cambio de parecer. Su sonrisa parecía decir: "¿a qué viene esto? Vamos, sé que eres un buen muchacho, conozco a tu padre, déjate de tonterías y haz lo que debes". Digamos que aquella fue mi primera "no-comunión", un ritual ad hoc para celebrar mi renuncia al catolicismo. Fue una liberación. En cierto sentido fue la culminación de la liberación que supuso dejar el colegio de curas.

Estos días, con motivo de la reunión de los jóvenes católicos con el papa, he escuchado numerosas teorías sobre las razones por las que muchos jóvenes (y no tan jóvenes) dan de lado a la Iglesia. Me pregunto por qué nadie nombra nunca a los profesores de religión. Ellos solos se bastan. Mi experiencia me dice que el Espíritu Santo es un pésimo jefe de recursos humanos, al menos en lo referente a la selección del personal.

La canción de hoy cae por su propio peso. Curiosamente me compré el disco (de vinilo todavía) en el año de mi primera no comunión.




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martes, 16 de agosto de 2011

Ja sóc aquí

Ja sóc aquí, en Cartagena. Casi una parada técnica antes de regresar a Córdoba, donde nos espera el calor que hemos ido esquivando durante todo el verano.
En Barcelona ha hecho una temperatura especialmente agradable. Nada de calor ni de humedad. Al atardecer refrescaba hasta el punto de apetecer la manga larga. Esto escribía Félix de Azúa este domingo en El País: Hoy sopla de nuevo el viento del sur. Durante unos días, casi una semana, aquí la vida ha sido soportable gracias a una temperatura europea. Hoy ha entrado el siroco y hemos regresado a nuestra indiscutible identidad, la de africanos levemente domesticados. Tuvimos suerte, pues. Algunos brochazos:

Barcelona no es para el verano (ni siquiera a temperatura europea). Demasiado turismo low-cost. Había leído sobre este fenómeno, sabía que el ayuntamiento de Barcelona había aprobado una ordenanza en la que establecía multas para las personas que paseasen por la ciudad en bañador o sin camiseta (aún así vimos algunos, todos turistas extranjeros), pero no imaginaba lo extendido que estaba. Pasear por las Ramblas, la Barceloneta, el barrio gótico o cerca de cualquier obra de Gaudí es como ir por un parque temático lleno de adolescentes maleducados (en el mejor de los casos) o directamente imbéciles. Digo adolescentes porque es lo que parecen, aunque la mayoría sobrepasa la veintena e incluso algunos parecian tener más de treinta. Me pregunto que diría Oscar Wilde si supiera que ahora Dorian Gray va en manada, calzando chanclas y sujetando un vaso de plástico con sustancia alcohólica. Veo difícil que el ayuntamiento pueda hacer algo al respecto. Las ordenanzas serían infinitas: prohibido pasear sin camiseta, prohibido jugar a la pelota en las escalinatas del parque Güell, prohibido lanzar botellas de plástico llenas de agua al aire, prohibido ir en bicicleta por la acera como si fueras el rey de la pista.... resumiendo: prohibido hacer el ganso en cualquiera de sus innumerables manifestaciones. Y eso que no salimos por la noche a ver a la peña en su auténtico ambiente.

Castelldefels ha supuesto una agradable sorpresa. Lo elegimos por precio y resultó ser todo un acierto. Un pueblo la mar de agradable y cómodo. Ideal para nuestras necesidades. Es como Azuqueca pero con (muy buena) playa y a tan solo 25 minutos del Paseo de Gracia tomando el cercanías. Y sin turismo. Muy recomendable.

A Cataluña hemos de volver. Nos ha encantado. Gerona, Tarragona, Montserrat, Besalú, El monasterio de Poblet, las montañas, las masías, el mar... Nos han quedado ganas de repetir. Dentro de unos años, cuando todos los viajeros puedan subir escaleras por sí solos y aguanten largas jornadas turísticas. A Barcelona también hemos de volver, pero no en verano.





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jueves, 4 de agosto de 2011

Tancat per vacances

El Aparthotel está muy bien. Castelldefels es un pueblo tranquilo y agradable.

Hemos pateado Barcelona. Según el Google Earth han sido trece kilómetros y medio desde que nos bajamos en la plaza de Cataluña hasta que entramos en la estación de metro del Arco del Triunfo. Casi once horas desde que salimos de Castelldefels hasta el regreso. Héctor, el menos cansado de los tres, se está portando como lo que es, un santiño.

En previsión de que los próximos días sean igual de agotadores, cerramos por vacaciones.




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miércoles, 3 de agosto de 2011

Ovación frustrada

Cada vez que veo a alguien tirar una colilla o cualquier otro desperdicio al suelo, tengo que reprimir el instinto de reprenderle. Supongo que es deformación profesional. De tanto darle la vara a los chavales para que tiren la basura a la papelera, de tanto discutir y de tanto obligar a recoger y limpiar he desarrollado una especial sensibilidad en este tema.

Me choca, me quedo sorprendido. No puedo creer que una persona adulta tire la basura al suelo. ¿Tanto cuesta avanzar dos pasos hasta la próxima papelera? De verdad que no puedo entenderlo. Me quedo mirando a la persona, no de manera recriminatoria, sino intentando imaginar cómo es. ¿Cómo es una persona que tira la botella de agua vacía al suelo? ¿Cumplirá en su trabajo? ¿Será cariñoso? ¿Se puede confiar en alguien así? Se comienza escupiendo el chicle al suelo y se termina cometiendo las peores atrocidades.




Este video lo enlazó jose antonio al blog de AMM hace unos meses. Algo parecido he visto, o he creído ver, esta mañana. Gracias a los madrugones de Héctor llegamos a la playa cuando sólo hay gente paseando o haciendo jogging. Somos los primeros con sombrilla y sedentarios. Justo cuando terminamos de soltar los bártulos veo acercarse a un corredor. Es un joven con zapatillas de atletismo y pantalón corto de deporte, con buena técnica y musculatura de anuncio. Un profesional del mantenerse en forma. Cuando ya está casi a nuestra altura, se agacha y recoge de la arena húmeda el envase de una tarrina de helado y los restos de una red.

Me quedo atónito. Por un instante imagino que es un vigilante de la playa, alguien contratado para mantener la playa limpia y decide hacerlo a la vez que se pone en forma. Pero no, después de siete veranos viniendo a esta playa, conozco por experiencia el abandono y la nula inversión en su mantenimiento. Ha sido un gesto espontáneo de ese joven, a quien me quedo mirando dedicándole una cerrada ovación (mental, por supuesto).

No debí haber prolongado tanto la ovación. No debí haberme quedado mirando. Porque esto fue lo que vi: en plena carrera, sin llegar a frenarse, el joven lanzó la tarrina y la red hacia la zona de arena seca -cayendo a escasos quince metros de donde había una papelera- y continuó su carrera a buen ritmo. ¿Qué había sido aquello? ¿Quién me lo puede explicar? ¿Se había limitado a retirar la basura de la pista de atletismo (arena húmeda) para evitar esguinces u otros percances? ¿Estaba practicando algún tipo de técnica de lanzamiento de objetos? ¿Intentó evitar que la basura fuera arrastrada por las olas hacia el mar? ¿En ese caso, su conciencia ecológica marítima no incluye la limpieza de la playa? ¡Es que no lo entiendo!

En cualquier caso, hoy lo que había en la arena (no digamos ya en el agua) no era basura sino medusas. No había quien se pudiera bañar. La gente se entretenía sacando medusas y enterrándolas en la arena. Algunos lo hacían con más arte que otros.




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lunes, 1 de agosto de 2011

Tiene sueño

Habrá miles de teorías. Con tanto psicólogo, psiquiatra, neurólogo, pediatra y demás expertos viviendo a costa del desarrollo infantil hay una teoría para cada tontería. Entre toda la morralla me gustaría encontrar la buena. La razón, si es que se ha descubierto o al menos intuido, de que a los bebés les cueste dormirse aunque estén muertos de sueño.

Sé que hay prácticas para "enseñar" a dormir a los niños. El Dr. Estivill se ha hecho rico popularizando una eficaz técnica basada en el conductismo. He leído su libro y no me convence. Prefiero domir al niño antes que "enseñarle" a dormir.

No recuerdo ahora la teoría del Dr. Estivill de por qué los niños no saben dormirse solos, pero me pareció disparatada y sin fundamento. Sí recuerdo la teoría del Dr. González: a los niños no hay que enseñarles a dormir, duermen cuando y cuanto necesitan. Pero tampoco contesta a mi pregunta.

Héctor tiene sueño. Está muy cansado. Bosteza y te mira con una sonrisa de medio borracho. En el momento previo a dormirse se suele poner muy cariñoso. Te da todos los besos que le pidas. ¿Otro mua? MUA
Le das el elefantito o el osito para que lo muerda, lo meces un poco sobre tu regazo en el sillón y al poco tiempo se queda dormido. Lo depositas en la cuna y hasta mañana.

Otro escenario: Héctor tiene sueño. Está muy cansado. Bosteza y te mira con una sonrisa de medio borracho. En el momento previo a dormirse se suele poner muy cariñoso. Te da todos los besos que le pidas. ¿Otro mua? MUA
Lo llevas a su habitación, lo depositas en la cuna con mucho cariño, le das el elefantito o el osito para que lo muerda, le das las buenas noches y te despides de él hasta mañana. A los cinco minutos, si no antes, Héctor está de pie en la cuna llamándote a gritos. Te acercas, lo vuelves a colocar, cierra los ojos casi con desesperación cuando le das a morder el elefantito y, según vas saliendo de la habitación, notas como ya se va incorporando. A veces se pone de pie con los ojos semicerrados. El proceso se repite varias veces hasta que Héctor se queda sin fuerzas para levantarse una vez más. Hasta mañana.

Tanto en un caso como en el otro siempre me pregunto lo mismo. Si tiene tanto sueño, ¿por qué no puede simplemente cerrar los ojos y dormirse?





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sábado, 30 de julio de 2011

Jazz. Cómo la música puede cambiar tu vida

A Sonia, por su perspicacia.


Podría dedicarle este post a Sonia por haberme regalado el libro sobre el que trata. O por muchas otras razones que las guardo para mí. Pero se lo dedico porque, según iba leyendo el libro, me iba acordando de muchas observaciones y comentarios suyos. Digamos que si habitualmente la lectura de un libro de divulgación es un diálogo entre autor y lector, en este caso ha sido una conversación a tres bandas en mi cabeza.

Azuqueca de Henares, últimos días del curso en el que nos conocimos. Todavía éramos solo amigos y compañeros de trabajo. Mis padres me habían prestado el coche para hacer la mudanza. Un día fui a recoger a Sonia para ir a Carrefour (los que estamos en el ajo sabemos lo divertidas que fueron aquellas excursiones a Carrefour). Cuando se subió al coche y escuchó la música que llevaba puesta, una cinta con interpretaciones de Louis Armstrong (sonaba Go down Moses), afirmó que esa era la música de unos dibujos animados. Anda ya. Que sí, seguro. Esa animada discusión fue el inicio del menage a trois formado por la música jazz, Sonia y yo.

Hablemos del libro. Es una mezcla de varios géneros: autobiografía (cómo empezó Wynton Marsalis a tocar...), divulgación (técnicas de jazz, los grandes maestros...), autoayuda (se avisa desde el título: cómo la música puede cambiar tu vida) y ensayo (el jazz como ejemplo de integración, democracia...). Está escrito como para que lo lea un chaval que no ha leído un libro en su vida. Es decir, lenguaje coloquial con coletillas que se repiten constantemente. No parece que el lenguaje haya sido una preocupación de los escritores. Además está muy mal traducido. A veces, una frase rechina y, los que sabemos algo de inglés, podemos imaginar cuál era la frase en su versión original, y como al traducirla "literalmente" pierde todo sentido. Hay palabros como "absurdidad" que no tienen por donde cogerse. A pesar de todo eso el libro merece la pena. Ojo, merece la pena si apenas sabes nada de jazz. Es una toma de contacto a un nivel extremadamente básico de este tipo de música.

La mayoría de las actividades que requieren de una audiencia participativa disponen de un método para que el novato aprenda a disfrutar más aún de lo que se interpreta o se realiza. Los acontecimientos deportivos disponen de locutores para interpretar la acción. En las salas de ópera se reparten catálogos que resultan muy útiles para comprender el programa. Los museos proporcionan guías auditivas. En jazz, incluso entre los músicos, se aconseja que "toques lo que sientas" (...). Eso y algún que otro consejo críptico que no informa, pero que al menos no te hace sentir fuera de onda (...). Por esa razón, la estética del jazz continúa siendo un misterio para la mayoría de la gente. (17)


A continuación copio algunas citas que me han interesado a modo de resumen del libro. Para Marsalis, tocar jazz es un ejercicio de honestidad personal a la vez que se mantiene una conversación con el resto de músicos. Tan importane es ser sincero con las emociones que intentas expresar como el respeto por los demás y escuchar  lo que tienen que decir:

Cuando toquéis juntos que sea como si estuvieseis hablando entre vosotros. El clarinete tiene que llenar el espacio dejado por la trompeta, y la trompeta tiene que dejarle ese espacio. (15)

El equilibrio adecuado entre el derecho a expresaros y hacer las cosas a vuestro modo, y la responsabilidad que se adquiere frente a los demás cuando se trabaja en grupo por una meta común. Eso fue lo que Danny Barker nos enseñó: a disfrutar tanto de nosotros como de los demás. (18)

A los doce años empecé a escuchar a John Coltrane, Clifford Brown, Miles Davis y Freddie Hubbard. Escuchándolos seriamente me di cuenta de que cada músico abre su propia habitación en el centro de su existencia y expresa ese centralismo mediante la singularidad de su sonido. El sonido de un gran músico es tan distintivo y personal como la voz de una persona. Después de darme cuenta de algo tan básico, me centré en lo que trataban de comunicar a través de la música: la verdad pura, revelada con esa intimidad que muestran los amigos cuando se cuenta un secreto o algo muy íntimo y sensible. Se necesita valor y confianza para compartir esos sentimientos. 26

Ser oído implicaba tener que escuchar al otro. Y hacerlo, además, atentamente. Y para que sonara bien, debíamos confiar los unos en los otros. 34

Los músicos de jazz tienen que escuchar y comunicar. Al no saber lo que van a improvisar los demás músicos, se ven obligados a escuchar. Y, puesto que el acompañamiento es una improvisación, se le exige al solista que comunique de inmediato la lógica de lo que interpreta; de inmediato y lo más completamente posible. 46

Utilizar palabras para comunicar lo que experimentas te hace buscar una unión entre lo que intentas decir (cómo te sientes) y su forma de expresarlo (las palabras que eliges). Incluso hablando resulta difícil expresar lo que sientes. Para un músico, esa unión exige además un enorme sacrificio de tiempo y mucho descaro. Se requiere mucho tiempo para adquirir unas destrezas técnicas de suficiente calidad, y resulta muy engorroso exponer nuestros sentimientos en público. 100

Cuando todos trabajan unidos, la música swinguea, y si no lo hacen, no. Por ese motivo, aunque parezca que todos estamos conjuntados, en realidad lo que estamos haciendo es "intentar" conjuntarnos. Y es precisamente la integridad de ese proceso la que determina la calidad del swing. 223

Cuando se escucha a los grandes músicos, se puede observar el respeto que muestran por las habilidades del otro; al fin y al cabo, salvo en la sección rítmica, los músicos pasan más tiempo escuchando que tocando. 226


Una de las cosas que he aprendido con este libro es a valorar la importancia del batería y de la sección rítmica en general. Atención a la aberración: yo, al batería, casi ni lo consideraba músico. Me parecía que cualquiera podía aporrear los tambores y los platillos. Era más un ejercicio gimnástico que musical. De ahí que muchos baterías presuman de biceps. El hecho de que Muñoz Molina hubiera glosado el buen hacer de algunos baterías en varias entradas de su diario (como estaesta otra) debería haberme hecho reflexionar, pero lo achaqué a una extremada sensibilidad. Desde aquí pido perdón a Ringo Starr y al resto del gremio. En los conciertos de este verano he prestado atención y he empezado a disfrutar de su trabajo:

La sección rítmica es una invención puramente del jazz: tres instrumentos (en ocasiones, cuatro) cuyo único trabajo es hacer que la música se sienta bien.
La sección rítmica debe tener unos reflejos excelentes porque tiene que improvisar y crear un acompañamiento para alguien que está improvisando constantemente. Es como saber por adelantado lo que una persona va a decir y encontrar la respuesta adecuada a "lo que dice". 58

Los baterías son los verdaderos directores de las bandas de jazz, pues son ellos los que controlan la dinámica, el ritmo y el sentimiento. 60

Cuando todo va bien, la sección rítmica es como un trampolín rígido, pero lo suficientemente flexible como para permitir que todo el mundo salte y se divierta. Si es demasiado rígido o demasiado blanducho, entonces no sirve. 40


A veces, escuchando jazz, pudiera parecer que la melodía es tan sinuosa e imprevisible que escapa a cualquier imperativo rítmico o temporal. Por eso me ha sorprendido comprobar la importancia que da Marsalis a la sección rítmica y a la constricción temporal. El músico se ve impelido a improvisar su interpretación manteniendo un equilibrio entre su libertad personal y una serie de restricciones no escritas como la coherencia de la pieza, el sentido que le están dando sus acompañantes y el tiempo limitado del que dispone. De esa tensión surge el verdadero swing:

Los músicos de jazz improvisan bajo la presión del tiempo, por eso lo brota de ellos surge con tanta pureza. 27

A veces la música popular está cargada de nostalgia. El recuerdo de ciertas emociones proporciona significado a esas canciones. "¿Te acuerdas de ésta, cariño? Fue la canción de nuestro primer baile". Sin embargo el jazz tiene el poder del presente. No hay nada escrito, es como una conversación. Son los músicos los que te proporcionan esa emoción. 28

En el jazz es el arte de la oportunidad, pues te enseña el "cuándo". Cuándo empezar, cuándo esperar, cuándo subir, cuándo tomarte tu tiempo. 38

Tocar... puede llegar a ser más divertido que el sexo, y lo digo seriamente. Si tocas con gente que realmente sabe tocar, no quieres parar. Por eso hay tantos solos largos y tristes. Es algo catártico, reconfortante. Es una comunicación directa y espontánea que estableces con otras personas y ellas contigo. Eres libre de decir lo que quieras, al igual que ellos. (...)
Es parecido a cuando se habla, sólo que en la música el tiempo está definido y te ves obligado a expresar las ideas dentro del marco del tiempo. Es como un reto atlético. Intentas alcanzar una meta, pero tienes que mantenerte dentro de unos límites y, además, existe una serie de obtáculos que salvar, por eso te escurres, te agazapas y haces movimientos espectaculares para llegar a la meta antes de que el tiempo se agote. Pero el tiempo corre y es justo lo que te presiona.
Además de ese aspecto atlético -tocar, hacerlo de forma rítmica y salvando los obtáculos armónicos justo en el momento oportuno-, existe la maduración emocional y espiritual de la idea. Cuando por fin llegas a esa idea, vives un momento sublime que resulta casi indescriptible. Te dejas arrastrar por una nota, o por una serie de notas, y entonces sientes algo inaudito. No hay nada parecido a esa experiencia. Además, alguien la escucha contigo, y él o ella también ha desarrollado la idea, a su manera, y os unís en el tiempo. Entonces ya no te apetece tocar rápido, sino mantener esa nota, ese sonido, esa idea, ese momento. 115


Sobre los solos y su evolución en el jazz:

Los mejores músicos añadían porciones de melodías familiares a sus solos para ofrecer a los oyentes algo a lo que aferrarse. Eso hacía que seguir un solo fuese algo parecido a escuchar una lengua extranjera que se comprende en parte. Hay tres o cuatro frases que puedes identificar, pero hay otras muchas palabras que sencillamente brotan sin cesar. Entonces el desaliento vence a la excitación del principio, pero te mantienes firme porque sabes que aquellas personas están comunicando ideas precisas. 47

El solo proporcionó a muchos músicos la oportunidad de imprimir sus ideas creativas en la historia de la música. El intérprete era también el compositor; la grabación y no la partitura fue la que se convirtió en el documento definitivo. 48

En los años 50 el orden de los solos evolucionó. Por regla general, el líder, pongamos por ejemplo al saxofonista Charlie Parker, era el primero que interpretaba un solo, seguido del segundo trompetista o de los que hubiera, luego del pianista y, después, si Dios quería, en lugar de interpretar un solo de batería, los solistas intercambiaban frases con el batería del grupo. A eso se le llama "trading".
Posteriormente, el contrabandista empezó a interpretar su solo después del piano. En consecuencia, las canciones no tardaron en perder su configuración y su lógica, convirtiéndose en un medio para que todo el mundo interpretara sus solos. No hay duda de que en muchas ocasiones el público termina por aburrirse.
El fracaso de este estilo basado en los solos nos enseña que, a veces, no es bueno que todo el mundo tenga algo que decir en una canción. 65


La melodía la tenía clara, el ritmo he aprendido a valorarlo, pero la armonía. ¿Cómo valorar la armonía de una interpretación? Me quedo con las ganas porque el propio Marsalis renuncia a intentar explicarlo:

Explicar cómo se baila es mucho más difícil que bailar. La armonía es casi imposible de explicar. 72


Wynton Marsalis certifica (palabra de profeta) que el blues es la auténtica raíz de la música americana, por encima incluso que el jazz. Le falta por decir que el blues es América. Dedica un capítulo del libro no al blues en sí, sino a su importancia representativa:

En el blues hay diferentes estratos de significado. La letra de la canción dice una cosa, la forma en que se dice puede referirse a otra, y la música siempre añade algo muy distinto. Por muy penosas que sean las letras de los blues, la música siempre es inspiradora, y la inspiración lleva al baile, y el baile a la alegría. Dizzy Gillespie supo expresarlo mucho más acertadamente cuando dijo: "Bailar jamás hizo llorar a nadie". 78

La música de John Philip Sousa es conmovedora, de gran importancia en el ámbito nacional. Sin embargo es una visión trascendente de la grandeza americana: somos chicos buenos de pies a cabeza. Sin embargo, el blues dice que no siempre somos tan buenos como decimos. Ni tan malos. Sencillamente somos. 83

Ese irrefutable optimismo es lo que hace que el blues sea tan americano. El triunfo es nuestro forte. 83

La razón de que se oyese más blues en Nueva Orleans que en otros lugares es que los turistas acudían a nuestra ciudad para escuchar música "pasada de moda", además de que muchos de los viejos músicos se aferraban a sus herencias. Sin embargo, continuábamos siendo americanos: valorábamos las cosas según el dinero que obteníamos por ellas, y la verdad es que, a los catorce años, cuando tocaba en una banda de funk, sacaba más dinero por noche que cualquier músico de jazz o de blues en los clubes. Por tanto, jamás pensamos en la importancia estética del blues, ni de cualquier otro estilo de música que no tuviera frutos monetarios. 85

Cuanto más lento se toca el blues, más difícil resulta de imitar y más obligado te ves a encontrar tu propio grito, tu propia voz interior. Por eso resulta tan fácil identificar a un músico de blues. Cualquier oyente puede captar la diferencia entre dos artistas por la forma que tiene cada uno de tocar.
(...)
Una noche acompañé a Sweets Edison mientras interpretaba un blues lento.
Tío -me dijo cuando terminé-, has tocado más notas que yo en toda mi carrera.
Lo dijo en un tono que implicaba que, además, no había dicho nada. 94-95


El Jazz como sinónimo de democracia e integración:

Nuestra actual carencia de respeto por el swing es muy parecida a la carencia de respeto que existe por la democracia. Es necesario mantener el equilibrio para conservar algo tan delicado como la democracia, además de un sutil conocimiento de cómo se puede magnificar nuestro potencial uniéndolo y compartiéndolo con el de otras personas. Cuando eso no se comprende, entonces todo termina en una batalla para ver quién es el más fuerte, el que más chilla y el que más acapara la atención.
El fuerte es libre de explotar al débil.
Algo parecido sucedió con el swing. Los baterías se dedicaron alegremente a acallar a los contrabajistas, quienes, como respuesta, recurrieron a los amplificadores. Los pianistas empezaron a tocar ritmos desparejos para combatir al bombo. El guitarra rítmico recogió sus cosas y se fue a su casa. Los instrumentos de viento se volvieron locos y terminaron interpretando solos toda la noche. El resultado fue el desequilibrio, la libertad de expresión sin límite y sin miramiento por los demás. Aunque muchos hayan aceptado ese enfoque que nada tiene que ver con el swing, estoy seguro de que llegará un día en que los músicos evaluarán los daños y veremos cómo las cosas vuelven a su cauce. 68

El proceso por el que muchos se convierten en uno solo en el escenario es muy parecido al proceso llevado a cabo por los inmigrantes nigerianos y coreanos para convertirse en americanos. El proceso del swinging -es decir, de coordinación constante con cosas que están cambiando siempre- es un aspecto moderno de la sociedad libre, aunque, por encima de todo, es una "elección". 134

Algunas reflexiones interesantes sobre la segregación racial y su repercusión no tanto en la música como en su valoración y difusión:

Muchos de los amigos no afroamericanos que tengo querrían saber por qué los negros americanos no secundamos el blues, el jazz, ni nada de calidad que pertenezca a nuestra cultura. La razón no estriba en que no nos guste; de hecho, nos encanta, pero no lo sabemos. La conclusión colectiva a la que llegamos después del Movimiento por los Derechos Civiles -esa "inconsciente" conclusión colectiva- nos impidió distinguir entre la cáscara y el grano, y dejamos que el blues siguiera el mismo camino que las ligas de negros. Sin embargo, no supimos darnos cuenta de que el blues era la mayor liga de todas. 89

Fue así desde los inicios. Puesto que el conocimiento, la inteligencia y el sentimiento humano del jazz demostraron tan claramente lo absurdo que era el tratamiento que se le daba al hombre negro, surgió una presión intelectual inmediata cuyo único propósito fue denigrarlo. Y lo hicieron de muchas formas. Una de ellas fue ignorarlo: el jazz fue creado por los negros; los negros eran seres inferiores; por tanto no merecía la pena prestar atención a ese estilo de música. Otra forma fue convertirlo en una trivialidad, asociándolo en la televisión con los dibujos animados o el sexo; el jazz sólo servía de música de fondo para programas infantiles o las "escenas de cama", una extraña combinación que se estrechó aún más en la era del video. De esa forma se aseguraron de que no se enseñaría jamás en las instituciones gubernamentales, y hasta el Movimiento por los Derechos Civiles, te podrían expulsar de la escuela, incluso de las afroamericanas, por tocar jazz en la clase de música. (...)
También se han cometido otros atropellos no tan obvios pero cruelmente humorísticos, como llamar a la música de Nueva Orleans música "dixieland", identificándola así con el himno de guerra de los confederados: "Tú canta acerca de la libertad, pero nosotros rendiremos homenaje a tu esclavitud". (...)
Los ataques más insidiosos proceden de aquellos que se consideran sus amigos. Los que se las dan de entendidos aseguran que el jazz surgió de un sentimiento espontáneo. Cualquiera puede interpretarlo, escribió Allen Ginsberg: "Coja una trompeta y sople". Si ése fuera el caso, el jazz habría evolucionado al azar y no tendría ningún objetivo estético, salvo la libertad.
El equivalente moderno de la filosofía beatnik es el engreimiento contemporáneo al que le encanta "todo tipo" de música. Normalmente aduce: "Me gusta todo. ¿Qué es el jazz, al fin y al cabo? Que sea jazz o no, no tiene la menor importancia". Para esos sabiondos, la música carece de significado. Y si lo tiene, no puede enseñarse. La filosofía de la no definición, del no significado ataca de tal manera el sistema nervioso central de la educación que no requiere de más medidas para impedir que las futuras generaciones lo toquen, lo disfruten y se alimenten de este estilo de música. 131-133

Cuando empecé a introducirme más seriamente en el mundo de la música, me di cuenta de que esa rabia (por la discriminación racial) te proporciona cierto poder. Es como un combustible, pero un combustible caro, porque se quema muy rápido y destruye todo lo que hay a tu alrededor. Y si no te libras de él cuando te haces mayor, termina por quemarte a ti también. 146

Esta demostración de los perjuicios que causan los prejuicios (incluidos los prejuicios contra uno mismo) me la quedo para mis clases:
En la NBA, los jugadores europeos están jugando mejor que los blancos americanos. ¿Se debe a que su piel no es tan blanca o a que la superioridad innata de los jugadores negros no forma parte de su educación? 135


Sobre Louis Armstrong:

Sabía que la pobreza no es siempre el elemento que define la identidad de la gente pobre. 159

El sonido de Louis Armstrong tiene un poder curativo. Entraña sabiduría y perdón. 162


Sobre Miles Davis y como se "vendió" a la música más comercial hacial el final de su carrera:

Cualquier músico de jazz snob cree que puede tocar música pop porque, al fin y al cabo, se basa simplemente en un compás y dos acordes, pero la cosa no es tan sencilla. Los Beatles saben hacerlo y su sonido es honesto porque ellos lo son. Sin embargo, cuando un músico más sofisticado intenta hacer lo mismo, suena a falso. 183


He dejado para el final las citas referidas a su incansable labor como profeta del auténtico jazz

En la actualidad, los músicos de jazz se enfrentan a una serie de problemas adicionales. Lo peor de todo es que, en esta época, no hay muchas personas que se preocupen o se interesen por el jazz o por si alguien sabe interpretarlo. No les preocupa porque la mayor parte de la música -a excepción de la música clásica- que han escuchado es interpretada por personas que son simples aficionados, no verdaderos músicos; es posible que tengan carisma, pero no saben tocar. Los verdaderos músicos de jazz podían hacer a los catorce años lo que hacen los músicos más vendidos de hoy en día. Diciendo esto no pretendo criticar, sino constatar un hecho. 111

Cuando escuchar supone bajar hasta un nivel en que la audiencia sólo reconoce cancioncillas cuya letra resulta fácil de memorizar o que les recuerdan algún momento nostálgico, entonces se ha perdido la dinámica de la comunicación. 111

En la actualidad, los músicos de jazz deben poseer una extraordinaria integridad personal, ya que se les exige menos profesionalidad, maestría musical, sofisticación y sentimiento. Tocar una lengua cada vez más confusa puede ser divertido, pero acaba con la comunicación y resulta muy parecido a esos párrafos que aparecen en griego antiguo y sin traducir en el libro que tenemos entre manos. En jazz, los músicos más sofisticados deben considerar un desafío intentar comunicarse con un oyente inexperto.
Es un error mostrarse "tan arrogante", ya que, cuando se pierde el deseo de comunicarse con una audiencia que jamás ha escuchado nuestra música, se empieza a perder también esa humildad necesaria para desarrollarse artísticamente. 112

Se le denomina festival de jazz, pero la mayoría de los grupos que van a actuar no tocan jazz, sino funk, salsa e interminables improvisaciones con la tabla, aunque también habrá algo de esa música que el festival se supone que debe fomentar: la música jazz. 121

Cuando tenía veinte años concedí una entrevista y dije todo tipo de barbaridades sobre las personas que se vendían y la ignorancia de los compositores de jazz, y afirmé que nadie valía la pena salvo -por implicación- yo. Mucha gente se sintió ofendida. 191





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